Un año tras la DANA en l’Horta Sud: reconstrucción a medias y heridas sin cerrar

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La DANA: Un año después, la reconstrucción avanza entre cicatrices abiertas en l’Horta Sud

A un año de la devastadora Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA) que asoló l’Horta Sud de València, la normalidad avanza a ritmos desiguales entre los municipios de la zona cero. Mientras algunos comercios vuelven a abrir y muchas viviendas han sido rehabilitadas, la reconstrucción de infraestructuras y la recuperación emocional siguen siendo tareas pendientes, marcadas por la lentitud administrativa y el peso de las pérdidas humanas.

Un regreso desigual a la vida cotidiana

El ambiente en l’Horta Sud aún no ha recuperado su esencia previa a la catástrofe. El recuerdo de la tragedia permanece en el aire, mezclado con el ruido de las obras y la presencia constante de medios de comunicación. Vecinos de localidades como Catarroja o Paiporta relatan cómo el miedo sigue latente: “Cada vez que caen cuatro gotas, la angustia regresa”, confiesa una residente local.

Las huellas físicas de la inundación son visibles en las paredes teñidas de terracota, en los restos de escombros y en las obras de alcantarillado que se entremezclan con los comercios que han logrado volver a la actividad. Las calles aún muestran carteles de “cerrado” o “próxima apertura”, mientras la falta de mano de obra y el encarecimiento de materiales dificultan la recuperación.

Un duelo sin cerrar: 229 víctimas mortales

La DANA dejó una profunda huella humana con 229 fallecidos y dos personas aún desaparecidas. Las asociaciones de víctimas insisten en que la tragedia no ha recibido una respuesta institucional adecuada y reclaman justicia ante lo que consideran una negligencia política. “No hemos podido tener un duelo en condiciones”, lamentan familiares.

  • 229 personas fallecieron en la catástrofe
  • Dos personas siguen desaparecidas tras un año
  • La mayoría de las familias aún espera justicia y reconocimiento

Paiporta, epicentro de la reconstrucción

Paiporta, uno de los municipios más afectados, encarna el pulso de la reconstrucción. El Barranco del Poyo partió el municipio y destruyó puentes clave, dejando la localidad intransitable durante meses. La rehabilitación se ha centrado en limpiar y reponer el alcantarillado, una tarea fundamental pero invisible para muchos. “Aquí vivimos y reconstruimos al mismo tiempo”, explica el alcalde Vicent Císcar, quien subraya el esfuerzo de la población por mantener la vida diaria pese a las dificultades.

El presupuesto municipal se ha multiplicado por diez para afrontar la reconstrucción, pero la burocracia y la escasez de trabajadores especializados han ralentizado el proceso. El contraste entre viviendas rehabilitadas y edificios aún en ruinas es una imagen común en toda la comarca.

Desafíos sociales y emocionales

La catástrofe ha golpeado especialmente a los colectivos más vulnerables. Personas mayores y con movilidad reducida han quedado confinadas en sus hogares durante meses debido a la inoperatividad de ascensores. La atención psicológica, desbordada durante el último año, ha sido clave para atender cuadros de ansiedad y estrés postraumático, especialmente entre los niños, que han sido testigos directos del desastre y sus consecuencias.

El sistema educativo también ha sufrido: aunque la mayoría de los centros han retomado la actividad, algunos aún funcionan en aulas prefabricadas, generando preocupación entre las familias por la posible permanencia de estas soluciones temporales.

Barreras administrativas y desigualdad

La burocracia y los límites en el acceso a ayudas han dejado fuera a numerosos damnificados. Migrantes en situación irregular, como Juan David Pinzón, han visto denegadas sus solicitudes de ayuda pese a residir en las zonas afectadas. Se calcula que alrededor de 40.000 personas en situación irregular habitaban los municipios más golpeados por la DANA.

La reconstrucción también ha evidenciado una brecha social. Los barrios más desfavorecidos, como algunos sectores de Torrent, denuncian abandono y falta de soluciones estructurales. Vecinos como José Francisco Martínez y Pepa relatan cómo han perdido no solo sus bienes, sino también la esperanza de una recuperación plena y equitativa.

Infraestructuras: el reto invisible

El estado del alcantarillado se ha convertido en el principal desafío técnico para los municipios. Aunque las inversiones han permitido mejorar la capacidad de evacuación en las últimas lluvias, las autoridades insisten en la necesidad de intervenciones profundas y duraderas. “No se trata solo de reponer lo dañado, sino de crear ciudades más resilientes a largo plazo”, afirma Lorena Silvent, alcaldesa de Catarroja.

Entre las demandas vecinales se encuentra la limpieza acelerada del subsuelo y la reconfiguración de cauces como el Barranco de la Saleta, que amenazan con repetir inundaciones si no se interviene de manera eficaz.

El desafío de sanar las heridas colectivas

Superar el miedo y reconstruir la confianza son tareas pendientes para la población de l’Horta Sud. La realización de actividades comunitarias busca fortalecer el tejido social y ayudar a los vecinos a superar el trauma colectivo. “El miedo sigue ahí, pero tenemos que trabajar juntos para recuperarnos”, señala la psicóloga Inma March.

Un año después, las cicatrices físicas y emocionales permanecen abiertas. Los municipios luchan por recuperar una normalidad que parece lejana, mientras las familias esperan justicia y reconocimiento para sus seres queridos perdidos. La memoria de la DANA sigue presente en cada rincón, recordando que la reconstrucción es tanto un proceso material como emocional.

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