Pasionaria: Madre del Antifascismo
La Guerra Civil Española fue un escenario donde surgieron figuras icónicas que marcaron la historia del siglo XX. Entre ellas, Dolores Ibárruri, conocida como Pasionaria, se consolidó como símbolo de la resistencia republicana y emblema del antifascismo, dejando una huella imborrable tanto en el imaginario colectivo español como en la memoria internacional.
La construcción de un mito
Durante el conflicto, la imagen de Dolores Ibárruri trascendió las fronteras españolas. Apodada por algunos medios internacionales como la “Juana de Arco comunista”, su figura se convirtió en referencia de la lucha por la democracia y la libertad frente al avance del fascismo en Europa. En una visita a Francia, Pasionaria solicitó apoyo militar para la República, buscando respaldo internacional ante el creciente peligro que representaban las fuerzas sublevadas.
Siempre vestida de negro, símbolo de austeridad, luto y compromiso, Dolores era consciente del poder de su presencia y de sus palabras. Su discurso, cargado de fuerza y convicción, emanaba de su experiencia personal y de una trayectoria marcada por la adversidad.
De hija de minero a líder comunista
Dolores Ibárruri nació en el seno de una familia minera y, aunque aspiraba a ser maestra, su destino estuvo ligado a la lucha obrera. Desde joven se involucró en el movimiento sindical y político, comenzando su militancia en el socialismo junto a su marido, Julián Ruíz. En 1921, ambos participaron en la fundación del Partido Comunista de España (PCE).
La vocación periodística de Dolores la llevó a Madrid en 1931, donde inició su trabajo en la redacción de Mundo Obrero. Su vida personal estuvo marcada por la tragedia: de sus seis hijos, cuatro murieron a temprana edad y su hijo Rubén falleció combatiendo en Stalingrado en 1942. Esta pérdida, sumada a las dificultades del exilio y la represión, forjaron el carácter de una mujer que nunca dejó de luchar.
La voz de la resistencia
En el exilio soviético, Dolores Ibárruri se convirtió en una de las principales voces de la resistencia antifranquista. Desde Radio España Independiente, conocida como “La Pirenaica”, coordinó programas que informaban y alentaban a los opositores al régimen franquista, manteniendo viva la esperanza de un cambio democrático. A través de secciones como “Ventana a ventana”, se promovía el debate político y social sin censura, anticipando el auge de movimientos feministas y de igualdad.
- En 1942, Dolores fue nombrada secretaria general del PCE.
- Participó activamente en la crítica al estalinismo y condenó la invasión de Checoslovaquia en 1968.
- Regresó a España en 1977, tras casi cuatro décadas de exilio, coincidiendo con la transición democrática.
El símbolo y el legado
Durante la Guerra Civil, el Partido Comunista reforzó la imagen de Pasionaria como referente moral y político. Sus intervenciones públicas, su cercanía con los milicianos y soldados republicanos, y sus llamamientos a la unidad de las fuerzas progresistas, la elevaron a la categoría de mito. Su célebre discurso en el Velódromo de Invierno de París, en 1936, advertía sobre los peligros del fascismo y la necesidad de solidaridad internacional para defender la democracia en España.
“Si hoy nos toca a nosotros resistir a la agresión fascista, la lucha no termina en España. Hoy somos nosotros; pero si se deja que el pueblo español sea aplastado, seréis vosotros, será toda Europa la que se verá obligada a hacer frente a la agresión y a la guerra.”
Estas palabras resultaron premonitorias de lo que sucedería después: la Segunda Guerra Mundial y el avance de los regímenes totalitarios en Europa. La derrota republicana en España supuso una advertencia ignorada por las potencias democráticas, que no supieron o no quisieron intervenir a tiempo para frenar la expansión fascista.
Un referente que trasciende el tiempo
Dolores Ibárruri vivió hasta 1989, falleciendo poco después de la caída del Muro de Berlín. Su regreso a Madrid simbolizó el cierre de una etapa de exilio y represión, y su figura sigue siendo ejemplo de compromiso político, resiliencia y defensa de los valores democráticos.
Hoy, décadas después del final de la Segunda Guerra Mundial, los retos democráticos y la amenaza de movimientos autoritarios siguen presentes. El legado de Pasionaria resuena como recordatorio de la importancia de la justicia social, la igualdad y la resistencia ante la intolerancia. Así como en su célebre proclama de 1936, el “¡No pasarán!” sigue siendo un llamado vigente frente a cualquier forma de opresión.
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