La vida robada de Eva García de la Torre: primera víctima reconocida del Patronato de la Mujer
Eva García de la Torre, abogada, exalcaldesa de O Porriño y figura de resistencia durante la dictadura franquista, ha sido oficialmente reconocida como víctima del Patronato de Protección a la Mujer tres años después de su fallecimiento. Su caso representa el primer reconocimiento institucional de una vida marcada por la reclusión forzada y el trabajo en condiciones de semiesclavitud en centros religiosos y reformatorios españoles.
- La vida robada de Eva García de la Torre: primera víctima reconocida del Patronato de la Mujer
- Una infancia y juventud en cautividad
- El reconocimiento institucional y su importancia
- ¿Qué era el Patronato de Protección a la Mujer?
- El Tribunal Tutelar de Menores: control sobre la infancia
- Trabajo forzado y explotación
- Violencia y maltrato sistemático
- Persecución por orientación sexual
- El Patronato en la democracia: una herencia tardía
- Un precedente para la memoria y la reparación
Una infancia y juventud en cautividad
Nacida en Sevilla en 1962, Eva García de la Torre pasó dieciséis años internada en centros religiosos bajo la tutela del Tribunal Tutelar de Menores franquista, a lo que se sumaron otros siete años en reformatorios dependientes del Patronato de Protección a la Mujer. Estas instituciones, operativas hasta 1985, estaban destinadas a “reeducar” a mujeres y menores que, según la moral de la época, se desviaban de los cánones sociales establecidos.
Su trayectoria vital estuvo marcada por la represión y el aislamiento, pero también por la superación. Tras recuperar su libertad, Eva logró estudiar Derecho y convertirse en alcaldesa del municipio gallego de O Porriño, además de ser madre y referente en la defensa de los derechos humanos.
El reconocimiento institucional y su importancia
El pasado 16 de octubre, el Ministerio de Memoria Democrática emitió un documento oficial que reconoce a Eva como víctima de la dictadura franquista. Este reconocimiento, impulsado por su compañera de vida Silvia Fernández Quinteiro, sienta un precedente que puede abrir el camino a la reparación de otras mujeres que sufrieron condiciones similares en los centros del Patronato.
¿Qué era el Patronato de Protección a la Mujer?
Fundado en 1941, el Patronato de Protección a la Mujer surgió como un mecanismo estatal para controlar el comportamiento femenino de acuerdo con la moral católica impuesta por el régimen franquista. Su objetivo declarado era “dignificar la moral de la mujer”, lo que en la práctica se traducía en reeducar a aquellas consideradas desviadas por motivos tan triviales como tener un novio, fumar, volver tarde a casa o simplemente por su forma de vestir.
Cualquier persona, desde el párroco del pueblo hasta un vecino o un familiar, podía denunciar a una joven, lo que podía derivar en su internamiento. El Patronato dependía del Ministerio de Justicia y funcionaba en colaboración con diferentes congregaciones religiosas, encargadas de la vigilancia y reeducación de las internas mediante trabajo y oración.
El Tribunal Tutelar de Menores: control sobre la infancia
En paralelo al Patronato, el Tribunal Tutelar de Menores ejercía funciones similares sobre niños y adolescentes. No se trataba de un sistema judicial como el actual, sino de un órgano administrativo que decidía el destino de menores en situación de riesgo o conflicto, sin garantías procesales ni intervención de abogados defensores.
Trabajo forzado y explotación
Las internas, muchas de ellas menores de edad, estaban obligadas a trabajar jornadas de hasta 48 horas semanales, según documentos hallados en archivos históricos. Los trabajos incluían limpieza de sábanas para el Ejército, lavandería industrial para hoteles, confección de prendas y trabajos de cartonaje para la industria vinícola, además de servicio doméstico en casas particulares.
- Las labores eran peligrosas y mal remuneradas.
- El pago por su trabajo era simbólico y frecuentemente se descontaban costes de manutención.
- Algunas internas sufrieron accidentes graves, como la pérdida de miembros en maquinaria industrial.
Violencia y maltrato sistemático
El régimen disciplinario de estos centros combinaba el abuso psicológico y físico. Muchas niñas sufrían hambre extrema, castigos crueles como dormir sobre superficies metálicas o aislamiento prolongado, y constantes humillaciones sobre su orfandad o falta de familia. Los testimonios recabados señalan a algunas religiosas como autoras de maltratos físicos directos.
Persecución por orientación sexual
Eva fue sometida a juicio y posteriormente internada por “sospechas de homosexualidad”, tras ser denunciada por una carta privada en la que expresaba sentimientos hacia otra mujer. La vigilancia sobre cualquier tipo de relación afectiva entre internas era total, y las sanciones por motivos morales incluían el aislamiento y la prohibición de visitas.
El Patronato en la democracia: una herencia tardía
A pesar de la llegada de la democracia y la aprobación de la Constitución, el Patronato de Protección a la Mujer continuó funcionando con normalidad durante varios años. No fue hasta 1983 cuando la Fiscalía General del Estado recomendó su disolución por considerar sus prácticas inconstitucionales. Sin embargo, la institución se mantuvo activa hasta 1985, reflejando tanto el desconocimiento como la dejadez institucional sobre la gravedad de unos hechos que hoy son considerados violaciones de derechos humanos.
Un precedente para la memoria y la reparación
El caso de Eva García de la Torre no solo visibiliza el sufrimiento de miles de mujeres y menores bajo el franquismo, sino que también impulsa el reconocimiento y la reparación de aquellas que, durante décadas, vieron sus vidas marcadas por la represión, el trabajo forzado y el estigma social. La memoria democrática avanza con pasos como este, que buscan justicia y dignidad para las víctimas del pasado.
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