De los faraones a Silicon Valley: Irene Cordón revela los sorprendentes paralelismos entre los líderes antiguos y los actuales

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Entrevista a Irene Cordón: los paralelismos entre los faraones y los líderes actuales

La doctora en Arqueología e Historia Antigua, Irene Cordón, experta en el antiguo Egipto y autora de Faraons de Silicon Valley (Ara Llibres), lanza una reflexión sobre la naturaleza del poder en su más reciente ensayo. A través de un análisis comparativo, Cordón expone sorprendentes semejanzas entre los faraones egipcios y figuras actuales como Donald Trump, Elon Musk o Mark Zuckerberg, a quienes define como exponentes de una “tecnocasta” con un ego desmedido.

El poder absoluto: de los faraones a la era digital

En su obra, Cordón desmonta el mito del faraón como divinidad o héroe, sosteniendo que eran, en esencia, humanos que detentaban un poder casi ilimitado. “Eran hombres con un ego desbocado”, afirma, destacando que la acumulación de poder –legislativo, ejecutivo, judicial, religioso y militar– en una sola figura es, y siempre ha sido, extremadamente peligrosa.

La autora subraya la vigencia de los mecanismos de control empleados por los faraones para consolidar su autoridad: “La verdad no importa, la verdad es lo que la gente cree que es”. Esta manipulación del relato oficial encuentra eco en los discursos contemporáneos de líderes políticos y tecnológicos, y demuestra que la batalla por el control de la narrativa sigue siendo clave para el ejercicio del poder.

El faraón: símbolo e intermediario entre lo divino y lo humano

Según Cordón, el faraón egipcio era mucho más que un gobernante: representaba el nexo entre los dioses y el pueblo. Este simbolismo permitió que incluso niños o ancianos asumieran el trono, ya que lo esencial era mantener la institución y la continuidad del relato, más allá de las capacidades individuales del monarca.

La autora destaca que, aunque los faraones eran el rostro visible del poder, la verdadera gestión recaía en una compleja burocracia. El faraón, en muchos casos, actuaba como un “muñeco de guiñol”, sostenido por un aparato administrativo y religioso que garantizaba la estabilidad del sistema.

Desmitificar el relato: entre la admiración y la crítica

Cordón reconoce la fascinación que históricamente han despertado los faraones, tanto en la cultura popular como en la academia, pero insiste en la necesidad de diferenciar la admiración de la idolatría. “Puedo admirar a una persona y criticarla; la idolatría impide el cuestionamiento”, sostiene, y anima a adoptar una mirada crítica también hacia los líderes actuales.

Concentración de poder y necesidad de contrapoderes

La autora advierte sobre el riesgo de concentrar todos los resortes del poder en una sola persona o grupo, una situación que, según ella, se repite cíclicamente en la historia. “Lo más peligroso es que una sola figura concentre el poder absoluto”, advierte. Por ello, Cordón subraya la importancia de los contrapoderes, como el sacerdocio en el Egipto antiguo, que aunque codicioso, actuaba como freno y equilibrio ante posibles excesos de los faraones.

El papel de la mujer en el Egipto faraónico

A pesar de ser una sociedad profundamente patriarcal, en tres milenios de historia egipcia solo se documentan cinco mujeres que alcanzaron el trono. Cordón apunta que estas figuras femeninas, aunque excepcionales y dotadas de gran inteligencia y carácter, perpetuaron el rol masculino sin introducir cambios significativos en la estructura del poder o en la situación de las mujeres.

Xenofobia y construcción del enemigo

El análisis de la autora también aborda la tendencia a crear enemigos internos o externos para reforzar la cohesión social y justificar el ejercicio del poder. Un ejemplo paradigmático es el faraón Seqenenre-Taa II, quien promovió un discurso nacionalista contra los hicsos, presentándolos como una amenaza a la identidad egipcia. Cordón establece un paralelismo directo con los discursos de odio y exclusión que resurgen en la política actual, como los utilizados por Donald Trump en Estados Unidos.

El control del relato: de Ramsés II a la tecnocasta

En el antiguo Egipto, el control del relato fue clave para la longevidad de la civilización faraónica. Los egipcios sabían que lo importante no era la verdad en sí, sino lo que la población creía que era cierto. Cordón equipara esta habilidad con el manejo del discurso y la información en la actualidad, donde figuras como Musk o Zuckerberg, sin pasar por las urnas, tienen la capacidad de alterar mercados y opiniones globales.

La autora alerta sobre la dificultad de la ciudadanía para interpretar los complejos lenguajes tecnológicos y económicos empleados por la tecnocasta, lo que genera una nueva forma de analfabetismo y dependencia de intermediarios para comprender la realidad.

Akenatón y los peligros del monoteísmo excluyente

Uno de los faraones más controvertidos, Akenatón, es presentado por Cordón como un “fanático con poder absoluto” que impuso el primer monoteísmo documentado de la historia. La autora asocia la concentración de poder religioso y la intolerancia inherente al monoteísmo con las dinámicas actuales de exclusión y control ideológico.

  • Akenatón buscó establecer una verdad única y controlar no solo las creencias, sino la totalidad del pensamiento de su sociedad.
  • Para Cordón, los sistemas monoteístas resultan especialmente peligrosos por su carácter excluyente y por otorgar poder absoluto a una élite.

Paralelismos contemporáneos: el ego desbordado en la tecnocasta y la política

En opinión de Irene Cordón, la dinámica del poder y el deseo de ser idolatrado se mantienen vigentes en líderes políticos y grandes empresarios tecnológicos. Tanto los faraones como figuras actuales buscan perpetuar su legado y alcanzar la inmortalidad simbólica, ya sea mediante monumentos, marcas o influencia global.

La autora concluye que la sociedad debe mantener siempre un espíritu crítico ante el poder, cuestionar los relatos oficiales y no dejarse seducir por figuras carismáticas que concentran una influencia desmedida. “La historia se repite, pero depende de nosotros evitar que los errores del pasado se perpetúen en el presente y el futuro”.

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