Bernardo Caal: “Florentino Pérez nos ha hecho mucho daño”
Bernardo Caal, líder indígena maya q’eqchi’ y maestro de la localidad de Santa María Cahabón, se ha convertido en símbolo de la resistencia contra los proyectos hidroeléctricos en la cuenca del río Cahabón, en Guatemala. En 2018, fue condenado a siete años y cuatro meses de prisión bajo cargos que él y organismos internacionales consideran inverosímiles. La sentencia, por detención ilegal y robo agravado, fue el desenlace de una campaña de hostigamiento y criminalización debido a su oposición frontal a la construcción de centrales hidroeléctricas en tierras ancestrales.
Un proceso marcado por la criminalización
El encarcelamiento de Caal no fue un hecho aislado. El contexto en el que se produjo estuvo precedido por una serie de difamaciones y amenazas. “Empezaron a perseguirme y a tomarme fotos. Publicaron una imagen de la casa de mi esposa. En Guatemala eso es anunciar la muerte de una persona”, relata Caal, quien recuerda el miedo que sintió ante una situación que, en su país, puede ser letal.
La infancia del líder maya estuvo marcada por la marginación. “En mi aldea no había escuela. Tuve que abandonar mi comunidad a los ocho años para poder estudiar”, explica. Tras graduarse como maestro y regresar a su pueblo, comenzó a dar clases de manera voluntaria y, posteriormente, fue contratado oficialmente por el gobierno. Su conocimiento del castellano le permitió convertirse en puente entre las comunidades q’eqchi’ y las autoridades estatales, facilitando la implementación de mejoras en infraestructuras básicas.
La llegada de los proyectos hidroeléctricos
El rumbo de la comunidad cambió con la irrupción de maquinaria en las orillas del río Cahabón. “Vimos camiones con logos de Cobra y Solel Boneh”, recuerda Caal. Cobra era una filial de ACS, multinacional española presidida por Florentino Pérez, mientras que Solel Boneh, de capital israelí, se encargaba de otra planta hidroeléctrica en la zona. Las comunidades no fueron informadas oficialmente sobre estas obras hasta que Caal acudió al Ministerio de Energía y Minas, donde descubrió que las licencias habían sido publicadas únicamente en el Diario de Centro América, de difícil acceso para habitantes rurales.
- ACS vendió su filial Cobra en 2021 a la empresa francesa Vinci.
- Un portavoz de ACS ha declarado que la empresa “no tiene actualmente actividad en Guatemala”.
En 2014, durante la supervisión de la infraestructura, el presidente guatemalteco Otto Pérez Molina recibió una camiseta del Real Madrid de manos de un empresario español. Dos años después, ese obsequio fue incautado como posible prueba de cooptación del Estado.
Resistencia y consecuencias
Tras interponer un amparo por la violación del derecho a la consulta previa, Caal logró que un tribunal suspendiera temporalmente las obras hidroeléctricas. Esto desató una campaña mediática en su contra, donde fue señalado como enemigo del desarrollo. “Lo primero que hicieron fue quitarme el trabajo. Como no me importó demasiado, empezaron la criminalización”, denuncia.
Las comunidades q’eqchi’ insisten en que estos proyectos no les han traído beneficios tangibles. “La energía eléctrica que se genera no es para nosotros. Donde yo vivo, no hay electricidad, solo oscuridad y velas”, lamenta Caal. La retórica del progreso, según él, ha sido utilizada para justificar el despojo y la marginación.
La experiencia en prisión y el apoyo internacional
Durante los cuatro años y dos meses que pasó en la prisión de Cobán, Caal encontró refugio en la lectura y la escritura. Recibió el reconocimiento de Amnistía Internacional como preso de conciencia y se impulsó una campaña internacional que logró recolectar 30.000 cartas de apoyo. “Leía mucho y escribía cartas. Cada quien busca su manera de sobrellevar el encierro”, relata el líder indígena, quien destaca la dureza de la vida carcelaria y la criminalización de los defensores de derechos humanos en Guatemala.
Una lucha histórica y estructural
Caal sitúa la lucha de los pueblos originarios en una larga historia de resistencia. Desde la colonización española, pasando por el dominio de élites alemanas en el siglo XIX, hasta la actual connivencia entre capital extranjero y poder político. “Las familias poderosas siguen controlando alcaldías, gobernaciones, jueces, el Ministerio Público y la Policía”, asegura.
La corrupción política ha sido una constante en Guatemala. Nueve de los doce presidentes desde 1986 han sido señalados por corrupción o violaciones graves a los derechos humanos. Otto Pérez Molina, quien otorgó las licencias para las hidroeléctricas, fue condenado en 2022 por asociación ilícita, defraudación aduanera, lavado de dinero y otros delitos, aunque fue liberado tras pagar una fianza.
El mensaje de Bernardo Caal
Tras recuperar la libertad en 2022 gracias a su buena conducta, Caal continúa defendiendo su inocencia y el derecho de las comunidades a ser consultadas, tal como lo establecen el Convenio 169 de la OIT y la Declaración de Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas. Sin embargo, denuncia que el Estado guatemalteco sigue sin respetar estas obligaciones internacionales.
Sobre la figura de Florentino Pérez y el papel de ACS en la región, Caal es contundente: “Tengo un mensaje para los seguidores del Real Madrid: está bien que apoyen al equipo, pero no a Florentino Pérez. Él solo se limpia la imagen con el fútbol. En el territorio maya q’eqchi’ nos ha hecho mucho daño”. Subraya además la responsabilidad de las empresas europeas y llama a los consumidores a rechazar productos que causen daños en comunidades indígenas.
Perspectivas de futuro
Las elecciones de 2023 abrieron un periodo de esperanza e incertidumbre con la llegada al poder de Bernardo Arévalo. Las comunidades originarias buscan cerrar el ciclo de corrupción y avanzar en el respeto de sus derechos. “El combate no ha terminado. Ya salí libre, pero el río sigue secuestrado. Por eso el pueblo maya q’eqchi’ sigue luchando. El pueblo unido jamás será vencido”, concluye Caal, convencido de que la resistencia es la única vía para garantizar la justicia y la dignidad de su pueblo.
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