Trump impulsa tregua en Gaza: ¿Paz duradera o jugada política temporal?

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¿Un acuerdo de paz o solo un alto el fuego? Las sombras del plan de Trump para Gaza

La reciente ofensiva israelí contra Hamás en Catar, sumada a la presión internacional y a la inminente entrega del Nobel de la Paz, ha llevado a Donald Trump a impulsar un alto el fuego en la Franja de Gaza. Sin embargo, surgen dudas sobre si este movimiento constituye realmente un acuerdo de paz o, más bien, una tregua temporal marcada por intereses políticos y geoestratégicos.

Un acuerdo sin los palestinos en la mesa

En las próximas horas, se espera que el Gobierno israelí ratifique un plan de paz presentado hace apenas una semana, después de que Hamás aceptara los términos iniciales el pasado 3 de octubre. Entre los compromisos asumidos por el grupo palestino destaca la devolución de 20 rehenes vivos, así como los cuerpos de víctimas mortales, en las 72 horas siguientes a la firma del acuerdo por parte de Israel.

El acuerdo, compuesto por 20 puntos y anunciado el 29 de septiembre por Trump y el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu, fue negociado exclusivamente entre Estados Unidos e Israel, dejando fuera a las autoridades palestinas. Según explica Haizam Amirah Fernández, director ejecutivo del Centro de Estudios Árabes Contemporáneos (CEARC), se trata de un “plan diseñado por occidentales y anglosajones, sin palestinos”. Esta exclusión recuerda, según el experto, a los métodos coloniales aplicados en la región hace un siglo, alimentando así el escepticismo sobre el alcance real del pacto.

Escepticismo ante un acuerdo sin justicia ni autodeterminación

La comunidad internacional y analistas como Tica Font, fundadora del Centro Delàs de Estudios por la Paz, coinciden en que el documento difícilmente puede calificarse como un verdadero acuerdo de paz. La ausencia de compromisos relacionados con la justicia, la reparación y la libertad de los gazatíes refuerza la percepción de que se trata, en esencia, de un alto el fuego.

La historia reciente tampoco favorece el optimismo. Desde el Plan de Partición de la ONU en 1947, más de 70 iniciativas de paz han fracasado, dando paso a seis guerras, dos intifadas y múltiples operaciones militares contra Gaza. En este contexto, la autodeterminación palestina parece hoy más lejana que nunca, y el nuevo plan ignora explícitamente esta cuestión.

Un giro en la postura estadounidense

En el pasado, la administración Trump se mostró favorable incluso a la anexión de Gaza por parte de Israel. Ahora, el acuerdo recoge que ningún palestino deberá abandonar la Franja, un cambio de postura que refleja la volatilidad de las prioridades estadounidenses. Según los expertos, esta modificación responde a factores externos, como la tensión derivada del ataque israelí a Hamás en Doha y la presión de sus aliados internacionales.

El ataque de Israel a miembros de Hamás en territorio catarí, un importante socio de Estados Unidos, fue interpretado por Washington como una acción temeraria de Netanyahu, capaz de desestabilizar la región. La reacción de la administración Trump, en consecuencia, ha sido presionar a Israel para alcanzar un alto el fuego, más motivado por intereses diplomáticos y de imagen que por la protección de la población palestina.

Presión internacional y factores externos

Además del incidente en Catar, la creciente ola de protestas globales contra la ofensiva israelí ha deteriorado la imagen internacional del país. Incluso organizaciones deportivas como la FIFA y la UEFA han considerado sanciones contra equipos israelíes, decisión que fue aplazada a la espera de la propuesta estadounidense.

Otro elemento que ha influido en la aceleración del proceso es la próxima entrega del Nobel de la Paz, un galardón que Donald Trump aspira a recibir tras la promesa de apoyo de Netanyahu. Esta motivación añade un componente más personal y simbólico a las razones detrás del alto el fuego, dejando en segundo plano las preocupaciones humanitarias.

Un alto el fuego con futuro incierto

La falta de un compromiso explícito de Estados Unidos con la protección y los derechos de los palestinos pone en duda la viabilidad a largo plazo del acuerdo. La estabilidad del armisticio dependerá tanto de la capacidad de las partes para comprometerse como de la presión internacional sobre Hamás y el Gobierno israelí.

Las declaraciones de Netanyahu tras su regreso de Washington reflejan la complejidad de la situación política interna en Israel. El primer ministro mantiene la intención de seguir controlando Gaza y rechaza el retorno automático de los palestinos a la Franja, presionado tanto por sus socios gubernamentales de extrema derecha como por la administración estadounidense.

  • Los partidos ultranacionalistas exigen la anexión y absorción de los territorios palestinos.
  • Netanyahu teme una pérdida de apoyo político que podría poner en riesgo su futuro personal y judicial.
  • Estados Unidos, por su parte, mantiene su respaldo a Israel, aunque ha presionado de forma inédita para lograr el alto el fuego.

El futuro de Hamás y el papel de los aliados árabes

Se desconoce el verdadero estado de Hamás tras dos años de hostilidades, pero todo parece indicar que su estructura militar y su apoyo social están gravemente debilitados. Los expertos consideran que aceptar el alto el fuego propuesto por Washington era la única salida viable para el grupo, aunque esto podría llevar a su desaparición como actor político relevante en Gaza.

El plan también otorga un papel central a los aliados árabes y musulmanes de Estados Unidos. El punto 14 del acuerdo contempla la formación de una Fuerza Internacional de Estabilización con la participación de países como Arabia Saudí, Catar, Emiratos Árabes Unidos y Egipto, que tendrían la misión de garantizar el control y la seguridad en Gaza.

La implicación de las monarquías árabes responde tanto a sus lazos económicos y militares con Washington como a la rivalidad geopolítica con Irán. Arabia Saudí, en particular, ha intensificado su militarización y ha estrechado lazos con Israel bajo la lógica de “los enemigos de mis enemigos son mis amigos”, en un contexto regional marcado por la competencia por la hegemonía.

Conclusión: ¿tregua o paz sostenible?

El alto el fuego impulsado por Trump y Netanyahu para Gaza plantea más interrogantes que certezas. Sin la participación activa de los palestinos, y en ausencia de garantías sobre justicia, reparación y autodeterminación, el acuerdo es percibido por expertos y analistas como una solución temporal más que como un paso firme hacia la paz.

El futuro de la Franja dependerá de la voluntad de las partes, la presión internacional y la capacidad de los actores regionales para mantener el foco sobre la situación. Mientras tanto, la población gazatí sigue siendo la gran ausente en la toma de decisiones que definirán su destino.

Nota:

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